JUÁREZ ZAPOTECO


Durante buena parte del siglo XIX, la sociedad mexicana se caracterizó por su heterogeneidad y sus contrastes, herencia de tres siglos de vida colonial. Se calculaba que de cada 100 habitantes 18 eran blancos, 22 mestizos y 60 indígenas y, además solo una de cada 10 personas sabía leer y escribir. La gran mayoría de la población indígena vivía en el campo y se dedicaba a la agricultura; no tenía acceso a la educación y sus condiciones de vida era muy deficientes. Aquellos que migraban a las ciudades trabajaban como aprendices en diversos oficios o como sirvientes en las familias acomodadas. Los que corrían con más suerte, podían acceder a puestos menores en la administración pública, la iglesia y el ejército.


        Por ello, resulta significativo destacar el arribo de Benito Juárez —de origen zapoteco— a la ciudad de Oaxaca, puesto que ahí además de terminar de aprender a leer y escribir español, y de practicar el oficio de encuadernador y empastador de libros, precisamente en esta casa, bajo la guía del padre Antonio de Salanueva, estudió gramática latina y después jurisprudencia en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, graduándose como abogado en 1834. Este hecho es muy importante, ya que dicho Instituto, que no estaba bajo la tutela religiosa, es en donde Juárez adquiere la formación liberal que marcará su pensamiento y labor políticos, y también la preparación que le permitirá ingresar a la vida pública de su estado.